LA MAYORDOMÍA DE LOS RECURSOS I



LA MAYORDOMÍA DE NUESTROS RECURSOS I


I. EL ORIGEN DE NUESTROS RECURSOS

A. Tal y como la Biblia afirma, todo lo que nosotros tenemos proviene de Dios

  • Tuya es, oh SEÑOR, la grandeza y el poder y la gloria y la victoria y la majestad, en verdad, todo lo que hay en los cielos y en la tierra; tuyo es el dominio, oh SEÑOR, y tú te exaltas como soberano sobre todo. De ti proceden la riqueza y el honor; tú reinas sobre todo y en tu mano están el poder y la fortaleza, y en tu mano está engrandecer y fortalecer a todos. Ahora pues, Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre. Pero ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que podamos ofrecer tan generosamente todo esto? Porque de ti proceden todas las cosas, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque somos forasteros y peregrinos delante de ti, como lo fueron todos nuestros padres; como una sombra son nuestros días sobre la tierra, y no hay esperanza. Oh SEÑOR, Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificarte una casa para tu santo nombre procede de tu mano, y todo es tuyo. Sabiendo yo, Dios mío, que tú pruebas el corazón y te deleitas en la rectitud, yo he ofrecido voluntariamente todas estas cosas en la integridad de mi corazón; y ahora he visto con alegría a tu pueblo, que está aquí, hacer sus ofrendas a ti voluntariamente. (1 Crónicas 29:11-17)

B. Este es un principio básico y fundamental que no debemos de olvidar. Recordemos que, tal y como dice la Escritura, nuestra manera de pensar determina nuestra manera de vivir (Romanos 12:2)

C. La realidad que percibimos es que somos nosotros mismos quienes nos ganamos la vida, ya sea como fruto de nuestro trabajo o nuestras inversiones.

D. Esto puede llevarnos a pensar que somos nosotros mismos quienes nos hemos proporcionado y construido nuestra propia vida.

1. Sin embargo, incluso la forma en que hemos sido diseñados, los dones naturales que hemos recibido provienen de Dios y aunque la sociedad no reconozca la imagen del Señor en ello, el cristiano no puede olvidarlo.

2. De forma práctica, eso significa que mi capacidad intelectual, que me ha permitido estudiar y prepararme para la vida laboral o mi capacidad para producir dinero por medio de los negocios forman parte de la manera en que Dios nos ha diseñado a cada uno de nosotros.

  • Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre. Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos. (Salmo 139: 15-16)

  • Pues, ¿Quién te hace mejor que los demás? ¿Y qué tienes que Dios no te haya dado? Y si Él te lo ha dado, ¿Por qué presumes como si lo hubieras conseguido por ti mismo? (1 Corintios 4:7)

3. En tanto que mayordomo de mi vida son mayordomo de los bienes y beneficios que la misma produce.

4. Mi capacidad como los beneficios que producen tienen como finalidad última el establecimiento del Reino de Dios.


II. ACERCA DE LOS RECURSOS MATERIALES


A. La Biblia no afirma que el dinero o los recursos materiales sean malos. Intrínsecamente no son ni buenos ni malos desde el punto de vista moral. Los recurso pueden ser usados para el bien, construir hospitales, ayudar a los necesitados, o pueden ser utilizados para el mal, el crimen, armas de destrucción.

B. No hay ninguna virtud inherente en la pobreza. Tan materialista, avaro y perverso puede ser el pobre como el rico.

C. Dios no condena los recursos materiales sino la preocupación desmedida y el uso indebido de los mismos. En tal sentido, el Señor desea que busquemos nuestra primera y principal satisfacción en Él y no en los recursos materiales.

  • A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos. (1Ti 6:17)
  • Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento. Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos. Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores. (1Ti 6:6-10)
  • A los ricos de este mundo, mándales que no sean orgullosos ni pongan su esperanza en las riquezas, porque las riquezas no son seguras. Antes bien, que pongan su esperanza en Dios, el cual nos da todas las cosas abundantemente y para nuestro provecho. Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras y que estén dispuestos a dar y compartir lo que poseen. Así tendrán riquezas que les proporcionarán un firme fundamento para el futuro, y alcanzarán la vida eterna. (1 Timoteo 6:17-19)

D. La pobreza y la riqueza tienen sus peligros

  • Sólo dos cosas te he pedido, oh Dios; concédemelas antes de que me muera: aleja de mí la falsedad y la mentira, y no me hagas rico ni pobre; dame sólo el pan necesario, porque si me sobra, podría renegar de ti y decir que no te conozco; y si me falta podría robar y ofender así tu divino nombre. (Proverbios 30:7-9)

1. Ya hemos visto en los versículos de Timoteo algunos de los peligros de los recursos materiales. Pueden alejar nuestra confianza de Dios y de su provisión y hacer que busquemos en el dinero nuestra seguridad y pongamos en él nuestra confianza. El gran peligro de las riquezas es volvernos autosuficientes y, consecuentemente, olvidarnos del Señor

2. Por otra parte, el peligro de no tener nuestras necesidades cubiertas es sentirnos desamparados y, por tanto, maldecir de Dios.

E. La Palabra de Dios nos recuerda que nuestra satisfacción como seres humanos sólo puede venir del Señor y nuestra relación con Él. Precisamente, cuando esto no sucede es cuando otras cosas se vuelven el centro de nuestras vidas, entre ellas, el dinero y las posesiones materiales.

  • Pero yo, en verdad quedaré satisfecho con mirarte cara a cara ¡Con verme ante ti cuando despierte! (Salmo 17:15)
  • Tú Señor, eres mi todo; Tú me colmas de bendiciones; mi vida está en tus manos. Primoroso lugar me ha tocado en suerte; ¡Hermosa es la herencia que me ha correspondido! (Salmo 16:6)
  • ¿A quién tengo en el cielo? ¡Sólo a ti! Estando contigo nada quiero en la tierra. Todo mi ser se consume pero Dios es mi herencia eterna y el que sostiene mi corazón (Salmo 73:25-26)
  • Los que no conocen a Dios están preocupados por todas esas cosas, pero vosotros tenéis un Padre celestial que ya sabe que las necesitáis. Por lo tanto, buscad primeramente el reino de Dios y el hacer lo ordenado por Él y todas esas cosas se os darán por añadidura (Mateo 6:32-33)

F. Por eso, el creyente, sea cual sea su suerte debe cultivar y aprenden una actitud de contentamiento en el Señor.

  • Y claro está que nuestra fe es una fuente de gran riqueza, pero sólo para el que se contenta con lo que tiene (1 Timoteo 6:6)

1. El contentamiento no nos viene de natural, es algo que ejercitamos, cultivamos y aprendemos

  • Pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé lo que es vivir en la pobreza y también sé lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a pasar hambre, a tener de sobra que a carecer de todo. Y a todo puedo hacer frente, pues Cristo es quien me sostiene (Filipenses 4:11-13)


III. EL PROPÓSITO DE LOS RECURSOS MATERIALES

A. Cubrir nuestras necesidades

1. Los recursos que el Señor nos permite generar tiene como primera finalidad el cubrir nuestras necesidades y las de nuestras familias.

  • Quien no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que un incrédulo. (1 Timoteo 5:8)

2. En nuestra sociedad es muy difícil el poder definir cuáles son nuestras necesidades. Especialmente porque vivimos en un mundo en el cual la economía funciona a base de crearnos falsas necesidades que después se encarga de satisfacer.

a. Para eso explota el vacío dejado por el pecado en el ser humano.

  • Agustín de Hipona, en su libro Confesiones afirmaba: “Tú nos hiciste para ti, y nuestros corazones no descansarán tranquilos hasta que no descansen en ti. Es imposible conocerte y no amarte. Es imposible amarte y no servirte. Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Ti.”
  • El filósofo francés Blas Pascal afirmaba: “Existe un vacío en forma de Dios en cada hombre creado, el cual no se puede llenar con cualquier cosa creada, sino sólo por Dios, el creador conocido a través de Jesucristo.”
b. El creyente no debería caer en la trampa de una sociedad que promete satisfacer ese vacío del ser humano a través de los bienes y las experiencias que el dinero proporciona

c. Como cristianos necesitamos sabiduría para poder discernir entre:
  • Necesidades Si tenemos con qué comer y con qué vestirnos, démonos por satisfechos (1 Timoteo 6:8)
  • Deseos El que tiene dos vestidos, dé uno al que no tiene ninguno; y el que tiene comida compártala con el que no la tiene (Lucas 3:11)
  • Caprichos superfluos No améis el mundo ni lo que hay en el mundo. Quien ama al mundo, no ama al Padre, porque nada de lo que el mundo ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece: los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos, y el orgullo de las riquezas. (1 Juan 2:15-16)

d. Cuando gastamos nuestros recursos debemos considerar en cuál de las tres categorías nos estamos moviendo. Una cercana relación con Dios es la mejor manera de discernir qué es una necesidad, un deseo o un capricho superfluo.

  • Por lo tanto, mirad bien como os portáis. No viváis neciamente, sino con sabiduría…. No actuéis tontamente; procurad entender cuál es la voluntad del Señor (Efesios 5: 15 y 17)
  • Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídala a Dios y Él se la dará; pues Dios da a todos, sin limitaciones y sin hacer reproches (Santiago 1: 5)
B. Cubrir las necesidades del cuerpo de Cristo

1. Nuestros hermanos en necesidad

  • Conocemos qué es el amor porque Jesucristo dio su vida por nosotros; así también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. Si uno es rico y ve que su hermano necesita ayuda, pero no se la da, ¿Cómo puede tener amor de Dios en su corazón? Hijitos mios, que nuestro amor no sea solamente de palabra, sino que se demuestre con hechos (1 Juan 3:16-18)
  • En cuanto a la colecta para los hermanos en la fe, hacedla según las instrucciones que di a las iglesias de la provincia de Galacia. Los domingos, cada uno de vosotros debe apartar algo, según lo que haya ganado, y debe guardarlo para que cuando yo llegue no tengan que hacerse colectas. Cuando llegué mandaré a Jerusalén a las personas que escojáis, dándoles cartas para que lleven a aquellos hermanos vuestra colecta (1 Corintios 16:1-3)

a. El Señor ha distribuido los recursos en el cuerpo de Cristo de tal manera que aquellos que tienen más puedan ayudar a aquellos que tienen menos.

  • No se trata de que, por ayudar a los demás, vosotros paséis necesidad; se trata más bien de que haya igualdad. Ahora tenéis vosotros lo que a ellos les falta, y en otra ocasión tendrán ellos lo que os falte a vosotros, y de esta manera habrá igualdad. Como dice la Escritura: “ni le sobró al que había recogido mucho ni le sobró al que había recogido poco” (2 Corintios 8:13-15)

2. Las personas dedicadas al ministerio a tiempo completo

  • Así que, si hemos sembrado en vosotros una semilla espiritual, no es mucho pedir que cosechemos de vosotros algo de lo material. Si otros tienen este derecho sobre vosotros, con mayor razón nosotros. Sin embargo no hemos usado de tal derecho, sino que hemos venido soportándolo todo por no estorbar la predicación del mensaje de Cristo. Sabéis que quienes trabajan al servicio del templo, viven de lo que hay en el templo: quienes atienden el altar donde se ofrecen los sacrificios, comen de la carne de los animales que allí se sacrifican. De igual manera, el Señor ha dispuesto que quienes anuncian el mensaje de salvación, vivan de ese mismo trabajo (1 Corintios 9:9-11)
  • Querido hermano, te estás portando fielmente en el servicio que prestas a los hermanos, especialmente a los que llegan de otros lugares. Delante de la congregación han hablado ellos de cuánto los amas. Por favor, ayúdales de manera agradable a Dios en lo que necesiten para seguir su viaje, pues ellos lo han emprendido en el servicio de Jesucristo y no han aceptado ninguna ayuda de gente pagana. Por eso debemos hacernos cargo de ellos, para ayudarles en la predicación de la verdad (3 Juan 5-6)

3. La obra de Dios en sentido amplio

  • Y todo aquel a quien le impulsó su corazón y todo aquel a quien su espíritu le movió a la generosidad trajeron la ofrenda del Señor, para la obra del tabernáculo de reunión, para todo su servicio y para las vestiduras sagradas (Éxodo 35:21)

4. Para los necesitados en general

a. Más del mil millones de personas viven en absoluta pobreza. Esto incluye a 700 millones viviendo en chabolas, 500 millones en el límite de morir de hambre y 200 millones de niños explotados.

b. 3000 millones de personas viven con menos de dos dólares por día. Cerca de 1200 millones lo hacen con menos de un dólar al día

c. Más de 800 millones de personas se van a la cama hambrientos cada día.

d. 1500 millones de personas no tiene suficiente dinero para comprar comida.

e. Los cristianos tenemos una responsabilidad al respecto, ya que este no es el mundo que Dios pensó y diseñó

  • El que cierra su oído al clamor del pobre también clamará, y no se le responderá (Proverbios 21:13)
  • El que da al pobre presta al Señor, y Él le dará su recompensa (Proverbios 19:17)
  • El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes. (Isaías 58:6-7)

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